ROCHESTER, Minnesota: Los investigadores de Mayo Clinic demostraron una vinculación entre el tipo de anticoagulante que toma el paciente para evitar un accidente cerebrovascular y más riesgo de deterioro de la función renal o de insuficiencia renal.

El estudio, publicado en la Revista del Colegio Americano de Cardiología, es el más reciente de una serie de estudios para intentar determinar la seguridad y eficacia de los anticoagulantes orales no antagonistas de la vitamina K frente a la warfarina, que ha sido la norma durante años. Los pacientes con fibrilación auricular, potente factor de riesgo para accidente cerebrovascular, son quienes generalmente toman estos medicamentos.

El estudio descubrió que el deterioro de la función renal es común entre los pacientes con fibrilación auricular que toman anticoagulantes: alrededor de 1 de cada 4 pacientes presentó una reducción importante en la función renal dentro de los primeros dos años de tomar estos medicamentos y 1 de cada 7 pacientes sufrió de insuficiencia renal aguda.

“El deterioro de la función renal entre los pacientes que toman anticoagulantes es un tema importante que los ensayos clínicos previos han pasado por alto, e incluso el anterior trabajo de Mayo Clinic se enfocó principalmente en el riesgo de accidente cerebrovascular y sangrado”, comenta la autora principal Dra. Xiaoxi Yao (doctora en investigación).

La reducción de la función renal puede llevar a insuficiencia renal, a diálisis y potencialmente a la muerte. Ante este descubrimiento, los investigadores fueron aún más allá para intentar determinar si el tipo de medicamento hacía alguna diferencia.

“En general, los pacientes con fibrilación auricular que toman anticoagulantes tienden a presentar un deterioro en la función renal con el tiempo; pero nuestros resultados indican que los anticoagulantes orales no antagonistas de la vitamina K, como grupo, se relacionan con menos lesiones a los riñones que la warfarina”, señala el autor experto del estudio Dr. Peter Noseworthy (doctor en medicina), cardiólogo de Mayo Clinic.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores estudiaron los expedientes despersonalizados de 9769 pacientes de la bodega de datos de OptumLabs. Los pacientes estudiados tenían fibrilación auricular y empezaron a tomar anticoagulantes, como apixabán, dabigatrán, rivaroxabán o warfarina, en algún momento entre el 1 de octubre de 2010 y el 30 de abril de 2016.

El equipo analizó cuatro indicadores de la función renal:

  • Deterioro de 30 por ciento (o más) en el índice de filtración glomerular (cuán bien filtran los riñones los desechos).
  • Duplicación del nivel de la creatina sérica (producto de desecho que los riñones deben filtrar).
  • Insuficiencia renal aguda.
  • Insuficiencia renal.

Descubrieron que el riesgo acumulado para que ocurra uno de estos cuatro eventos dentro de los dos primeros años de empezar con el medicamento era de 24.4 por ciento, 4 por ciento, 14.8 por ciento y de 1.7 por ciento, respectivamente, lo que prueba que el deterioro de la función renal es común entre estos pacientes.

Los investigadores, entonces, dieron otro paso más y separaron a los pacientes que tomaban anticoagulantes orales no antagonistas de la vitamina K de quienes tomaban warfarina.

“Descubrimos que los anticoagulantes orales no antagonistas de la vitamina K, como grupo, se relacionan con menos riesgo de resultados renales adversos”, dice el Dr. Noseworthy.

“Los pacientes con fibrilación auricular ya enfrentan alto riesgo de enfermedad renal, posiblemente debido a que muchos tienen factores de riesgo, tales como edad avanzada, diabetes e hipertensión. Debido a que varios de los medicamentos que estos pacientes toman dependen de la función renal para su eliminación, es particularmente importante seleccionar para ellos un fármaco que reduzca al mínimo la repercusión sobre los riñones. Puesto que los anticoagulantes orales no antagonistas de la vitamina K tienen un mecanismo diferente al de la warfarina, los investigadores levantaron la hipótesis de que los anticoagulantes orales no antagonistas de la vitamina K podrían relacionarse con mejores resultados renales. Nuestro estudio está entre los escasos primeros que confirman esta hipótesis”, explica la Dra. Yao.

“Es importante que los pacientes y sus proveedores de atención médica hablen acerca de los riesgos y las ventajas al decidir sobre un medicamento”, añade el Dr. Noseworthy.

Los investigadores recomiendan a los proveedores de atención médica controlar la función renal de los pacientes que toman anticoagulantes para intentar prevenir o lentificar su deterioro y ajustar las dosis del fármaco según los cambios en dicha función. El Dr. Noseworthy también advierte a los pacientes que nunca suspendan ni cambien ninguna dosis sin primero consultar con sus proveedores de atención médica.

Esta investigación fue posible gracias al Centro Robert D. y Patricia E. Kern para la Ciencia de Brindar Atención Médica de Mayo Clinic. Los investigadores usaron la bodega de datos de OptumLabs que contiene los expedientes despersonalizados de más de 160 millones de pacientes asegurados privadamente o con Medicare, de toda edad y raza, así como procedentes de todo Estados Unidos. La bodega de datos es un recurso de OptumLabs, centro colaborativo para investigación e innovación fundado conjuntamente por Mayo Clinic y Optum en 2013. Esta vasta e incomparable fuente de datos contiene información socioeconómica, reclamos al seguro de salud, expedientes médicos electrónicos y datos acerca del comportamiento de los consumidores, todo despersonalizado. El recurso permite a los investigadores estudiar una base de pacientes mucho más amplia de lo que la investigación científica tenía a disponibilidad anteriormente y, en consecuencia, obtener resultados más generalizables y confiables.

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