Newswise — LOS ANGELES (Aug. 26, 2024) -- Para los niños y adolescentes de hoy, el regreso a la escuela no sólo significa cuadernos nuevos, codificados por colores y lápices recién afilados. También significa una mayor presión académica, un aumento de la ansiedad social y menos tiempo libre, ya que las actividades extraescolares llenan el calendario. Es una combinación que, si no se controla, puede provocar estrés e incluso desgaste.
El Newsroom de Cedars-Sinai se reunió con la Dra. Sabrina Renteria, psiquiatra de niños y adolescentes del Departamento de Psiquiatría y Neurociencias del Comportamiento de Cedars-Sinai, y con la Dra. Romina Kim, hospitalista pediátrica del Hospital Infantil Guerin de Cedars-Sinai, para hablar acerca de los síntomas del estrés y el burnout y lo que los padres pueden hacer para ayudar.
¿Cuáles son algunas de las principales causas de estrés y agotamiento en niños y adolescentes?
Renteria: Algunas de las principales causas de estrés y desgaste en este grupo de edad se derivan de las presiones académicas con altas expectativas y grandes cargas de trabajo. Los alumnos de alto rendimiento, en particular, tienden a abrumarse con actividades extracurriculares además de sus tareas escolares, lo que les deja poco tiempo para descansar y relajarse, lo que puede ser agotador tanto física como mentalmente. Además, el estrés social suele ser un factor contribuyente, especialmente en la era de las redes sociales, en la que los niños están constantemente conectados. El acoso, la presión de los compañeros y las dificultades en las relaciones sociales pueden provocar graves trastornos emocionales.
¿Cómo se manifiestan el estrés y el desgaste en este grupo de edad?
Rentería: El agotamiento y el estrés en niños y adolescentes pueden manifestarse de diversas maneras. Puede presentarse como irritabilidad, falta de energía o llanto. La depresión y el alejamiento de amigos y familiares también pueden ser comunes. Los niños pueden incluso expresar frustración o ganas de desistir.
Kim: Físicamente, el estrés puede manifestarse en forma de dolores de cabeza, problemas gastrointestinales, pérdida de peso involuntaria por inapetencia, tics y otros dolores generalizados. En casos graves, algunos pacientes pueden experimentar lo que se conoce como trastorno neurológico funcional, un trastorno por síntomas físicos que causan malestar y alteran el funcionamiento sin que exista una anomalía estructural o neurológica. En estos casos, aunque no parece que al niño le pase nada físicamente, puede experimentar diversas manifestaciones físicas, como incapacidad para caminar, debilidad muscular o incluso convulsiones. Con un tratamiento adecuado que aborde el estrés como causa fundamental de estos problemas, junto con tiempo y paciencia, la mayoría de estas afecciones son reversibles.
¿Cómo pueden determinar los médicos si el padecimiento físico de un niño está relacionado con el estrés o es fisiológica?
Kim: Nuestro papel como médicos es actuar con la diligencia debida. Siempre empezamos por obtener un historial detallado del paciente y su familia. Esta información subjetiva es nuestro primer paso para armar el rompecabezas. También obtenemos datos objetivos, como exámenes físicos, análisis de laboratorio, estudios de imagen, etc., para apoyar un posible diagnóstico. Una vez que afinamos la investigación, solemos recurrir a otros expertos, como nuestros equipos de neurología o psiquiatría, para que nos ayuden a confirmar el diagnóstico y abordar el problema con el fin de encaminar al paciente hacia la recuperación.
¿Qué signos de estrés o desgaste deben buscar los padres o tutores en sus hijos?
Renteria: Los padres son quienes mejor conocen a sus hijos y deben estar atentos a cambios significativos en su comportamiento y estado de ánimo. Si su hijo empieza a bajar las notas, está cada vez más irritable o de mal humor, puede ser señal de que está sometido a demasiado estrés. Los niños también pueden perder interés por sus pasatiempos o aficiones. Otra señal de alarma pueden ser los problemas de sueño, como la dificultad para conciliar el sueño o mantenerlo, o incluso dormir demasiado.
Kim: Cuando los niños están desgastados o sienten demasiado estrés, tienden a no ser capaces de manejar sus emociones. A menudo, incluso el menor inconveniente puede desencadenar una gran reacción. Es importante que los padres no descarten automáticamente lo que puede ser un comportamiento inusual para su hijo como si fuera simplemente un «adolescente malhumorado», cuando puede tratarse de mucho más que eso.
¿Cómo pueden los padres o tutores ayudar a sus hijos a controlar el estrés elevado o el desgaste?
Renteria: Está bien que los niños sean activos y estén ocupados, pero se trata de encontrar un equilibrio. Es importante encontrar la medida adecuada de actividad organizada y tiempo libre para ayudar a fomentar el crecimiento y el desarrollo social y emocional del niño. Los padres pueden ayudar a los niños a combatir el desgaste animándoles a realizar actividad física, mantener una dieta sana, dormir lo suficiente, establecer una rutina diaria, fijarse objetivos realistas, practicar técnicas de relajación, limitar el tiempo frente a la pantalla y buscar ayuda profesional si es necesario.
Kim: Al establecer una relación abierta y de comunicación con sus hijos desde el principio, los padres pueden crear una base en la que el niño se sienta cómodo para hablar abiertamente sobre el estrés o la ansiedad que experimenta. Otra cosa importante que deben recordar los padres: Si ellos mismos no son un modelo de autocuidado y habilidades de superación, es mucho más difícil que sus hijos aprendan estos hábitos. Si tú mismo das ejemplo de un equilibrio saludable, también ayudarás a tus hijos a conseguirlo.
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